miércoles, 19 de marzo de 2008

Mi experiencia en Zorra


Fase No. 1:
En busca del proyecto nos dirigimos hacia un aparente residencia donde viven unos carreteros (Cll. 33 con Crr. 6) por suerte nos encontramos a un “personaje” muy cordial llamado John que nos permite acompañarlo en su rebusque diario. De esta manera podemos cumplir con nuestra transcendental misión teniendo en cuenta que mi visión hacia los zorreros es muy escueta y negativa y esta intervención me pone a temblar, pues por mi cabeza aparecen imágenes aterradoras, pero estoy abierta a cualquier circunstancia y voy con actitud positiva.
Fase No. 2:
Se comienza un viaje en zorra algo no muy cotidiano para unos estudiantes pero si de mucha recepción para el desarrollo del Workshop. Para trazar un eje anteriormente definido le preguntamos a John por donde era su recorrido, su respuesta fue: “Bogotá es tan grande que para que coger por el mismo lado”. Esto haría que nuestra cartografía se viera inscrita dentro de un marco según el camino de hoy.
Fase No. 3:
¿Pero el caballo sería capaz de arrastrar ocho personas montadas en la carreta incluyendo su esposa, una fotocopiadora, un tanque de gasolina y una caneca de aluminio? Cuando le comento mi preocupación a John, me dice: “ frescos ese man aguanta mucho más que eso! … eso ha cargado hasta 2 toneladas”. Me hago la indiferente y trato de involucrarme en la situación
Fase No.4:
Una vez sumergida en el asunto pude observar con cautela al protagonista, al vehículo, a “Nubia” su esposa, a “Niño” el caballo, a los espectadores, a los policías, las vías, las infracciones de tránsito, los conductores, a mis compañeros y al material de trabajo. La Practicidad de John para estar a cargo de todo esto a la vez es de admirar, esto es lo que yo llamo el “Arte de manejar Zorra”.
Fase No. 5:
Viajar en zorra y hacer parte de esta actividad por unas horas es una experiencia que reúne múltiples sensaciones: me genero seguridad y tranquilidad, me hizo ver la cuidad desde otro punto de vista (la importancia del reciclaje), me hizo cambiar mi perspectiva frente a ellos. En definitiva me dieron una lección de vida y aprendí cosas que jamás hubiera entendido solo al momento de compartir con la zorra.

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